Tras la serie de transformaciones tecnológicas que convierten a la planta medicinal en droga vegetal, ésta contiene ciertas sustancias que en su mayor parte actúan sobre el organismo humano. La fitoquímica, o química botánica, es la encargada del estudio de esas sustancias activas, de su estructura, de su distribución en la planta, de sus modificaciones y procesos de transformación experimentados a lo largo de la vida de la planta, de la preparación del remedio vegetal y de su posterior almacenamiento.
La fitoquímica tiene una relación directa con la farmacología, que estudia los efectos producidos por las sustancias medicinales en el organismo humano, el camino y la velocidad de su acción, su absorción, su eliminación y, por último, las indicaciones de tal o cual sustancia medicinal; es decir, su empleo contra una u otra enfermedad. La farmacología, a su vez, mantiene una estrecha colaboración con la medicina clínica.
Existen dos tipos de sustancias activas en las plantas medicinales: los productos del metabolismo primario (sacáridos principalmente), que son sustancias formadas en todas las plantas verdes gracias a la fotosíntesis y que les resultan indispensables para vivir; el segundo tipo de sustancias está compuesto por productos del metabolismo secundario, es decir, resultantes de procesos originados principalmente por la asimilación del nitrógeno. Estos productos parecen a veces inútiles para la planta, pero sus efectos terapéuticos son, por el contrario, destacables. Se trata, por ejemplo, de aceites esenciales (o esencias naturales), resinas y alcaloides tales como los del cornezuelo o del opio.
Normalmente, estas sustancias no se encuentran en las plantas en estado puro, sino en forma de complejos cuyos distintos componentes se complementan y se refuerzan en su acción sobre el organismo. Sin embargo, incluso cuando solo hay una sustancia activa en la planta, ésta produce en el organismo humano un efecto más beneficioso que la misma sustancia obtenida por quimiosíntesis.
Esta propiedad es de gran interés para la fitoterapia, el tratamiento por medio de plantas o de sustancias de origen vegetal. La sustancia activa no es únicamente un compuesto químico, sino que presenta además un equilibrio fisiológico, resulta más asimilable por el organismo y carece de efectos nocivos. Esa es la gran ventaja de la medicina natural. Como ejemplo, se puede citar el opio, látex seco de la cabeza de adormidera, que contiene, junto a multitud de sustancias, un gran número de importantes alcaloides. Por separado, cada alcaloide actúa de forma totalmente distinta a la del opio en su conjunto y produce en el organismo efectos específicos, típicos y originales (efectos farmacológicos).
Lo mismo ocurre con los glucósidos de la digital. Toda una serie de métodos modernos permiten hoy en día detectar la presencia de distintas sustancias en los vegetales. En primer lugar, está el estudio microscópico, basado en la estructura anatómica y morfológica del vegetal (atlas microscópico de las drogas vegetales). Después tenemos los métodos físicos, tales como la microsublimación, que consiste en calentar una pequeña cantidad de droga y fijar en un vidrio las emanaciones producidas, las cuales se analizan posteriormente por métodos químicos. Ciertas sustancias pueden ser detectadas por su fluorescencia a la luz de una lámpara de mercurio.
Finalmente, hay técnicas específicas de la química cualitativa y cuantitativa que permiten descubrir la presencia de tal o cual sustancia. Esos métodos, que se describen en artículos especializados, responden a las normas establecidas en el ámbito nacional y a las exigencias propias de la calidad de las plantas medicinales.
La naturaleza química de la droga queda determinada por su contenido, serán sustancias de los siguientes grupos principales: alcaloides, glucósidos, saponinas, principios amargos, taninos, sustancias aromáticas, aceites esenciales y terpenos, aceites grasos, glucoquininas, mucílagos, hormonas y antisépticos vegetales, por solo citar las más importantes.
Alcaloides
Los alcaloides son compuestos nitrogenados complejos, de naturaleza básica, que provocan en general potentes efectos fisiológicos. Se trata, en su mayor parte, de venenos vegetales muy activos, dotados de una acción específica.
Normalmente, la medicina los emplea en estado puro, y su auténtico valor solo se asegura en las manos del médico.
Según su composición química y, sobre todo, por su estructura molecular, se pueden dividir los alcaloides en numerosos grupos. En la parte descriptiva de esta obra encontraremos plantas que contienen:
a) Fenilaminas: capsicina del pimiento, colchicina del cólquico.
b) Alcaloides isoquinoleicos: morfina, etilmorfina, codeína y papaverina, contenidos en el opio de la adormidera; y alcaloides indólicos: ergometrina, ergotamina, ergotoxina, del cornezuelo de los cereales.
c) Alcaloides quinoleicos: pedúnculo foliado de la ruda.
d) Alcaloides piridínicos y piperídicos: ricina del ricino, trigonelina de la alholva, cicutina (fuerte veneno) de la cicuta.
e) Alcaloides derivados del tropano: escopolamina y atropina de la belladona.
f) Alcaloides esteroides: raíz del eléboro, dulcamara o aconitina, por ejemplo.
Glucósidos
Los glucósidos son productos del metabolismo secundario de las plantas. Están formados por dos partes. La primera contiene un azúcar, por ejemplo, la glucosa, y es casi siempre inactiva, pero mantiene un efecto favorable sobre la solubilidad del glucósido y su absorción, así como sobre su transporte de un órgano a otro. La segunda parte es la que determina el efecto terapéutico; es la más activa y se denomina aglucón.
Según su composición química, se distinguen diversos grupos de glucósidos:
a) Tioglucósidos: contienen azufre ligado orgánicamente y son característicos, por ejemplo, de la familia de las brasicáceas. En ellas están acompañados por una enzima, la mirosina, cuya acción los descompone en glucosa e isosulfocianatos o senévoles (rábano rusticano, semilla de la mostaza blanca o negra, semilla de la capuchina).
b) Glucósidos derivados del ácido cianhídrico: formados por un compuesto cianhídrico ligado a un azúcar. La acción enzimática los descompone, a menudo en la saliva humana, en ácido cianhídrico libre, que es un veneno (almendras amargas, flor del saúco negro y de la endrina, hojas del cerezo y del guindo).
c) Glucósidos antraquinónicos: suelen ser pigmentos cristalinos bastante frágiles. Desarrollan una acción laxante unas 6 a 8 horas después de su absorción (rizoma del ruibarbo, corteza de la cambronera).
d) Cardioglucósidos (glucósidos de la digital): son sustancias muy importantes que, en dosis ínfimas, regulan la actividad cardíaca. Según su estructura química, se dividen en cardenólidos (digital, adonis, lirio de los valles) y butadienoles (raíz del eléboro).
e) Glucósidos fenólicos: pertenecen a un grupo de sustancias de efectos, y a menudo también de aroma, muy característicos. Por ese motivo, se los coloca a veces entre las sustancias aromáticas (derivados salicílicos de la corteza del sauce, de la ulmaria y de las yemas del álamo; arbutina y metilarbutina de las hojas de la gayuba, del arándano, del brezo).
Saponinas
Las saponinas son muy frecuentes en las plantas medicinales. Desde el punto de vista químico, también se caracterizan por la presencia de un radical glucídico (glucosa, lactosa) junto a un radical aglucón. Su principal propiedad física es la fuerte reducción de la tensión superficial del agua. Todas las saponinas son muy espumantes y resultan unos excelentes emulsionantes. Tienen otra propiedad característica: producir la hemólisis de los glóbulos rojos (eritrocitos), es decir, liberar su hemoglobina, lo que explica el efecto tóxico de algunas de ellas, que las hace inutilizables.
Las saponinas irritan las mucosas, producen un relajamiento intestinal, incrementan las secreciones mucosas bronquiales (son expectorantes): flor del gordolobo, raíz del regaliz y de la saponaria. Son empleadas como diuréticos y desinfectantes de las vías urinarias (pedúnculo foliado de la herniaria, hoja del abedul, raíz de la gauña). La célebre raíz de ginseng (Panax ginseng), originaria de China, Corea y de las regiones más orientales de la Unión Soviética, es también rica en saponinas.
Principios amargos
Estas sustancias tienen un gusto amargo (amara), excitan las células del gusto, estimulan el apetito y aumentan la secreción de jugos gástricos. La farmacología agrupa bajo el nombre de principios amargos sustancias vegetales terpénicas susceptibles de liberar camazuleno, así como glucósidos de diversas estructuras bioquímicas. El primer grupo incluye, por ejemplo, los jugos amargos del ajenjo y del cardo santo. El segundo grupo, que es el más corriente, contiene los jugos de las gencianáceas (genciana, trébol acuático), de la centaura, etc.
TANINOS
Estas sustancias, cuya composición química es variable, tienen un carácter común: su capacidad de coagular las albúminas, los metales pesados y los alcaloides. Son hidrosolubles. Su interés medicinal radica principalmente en su carácter astringente: su propiedad de coagular las albúminas de las mucosas y de los tejidos, creando así una capa de coagulación aislante y protectora, que reduce la irritación y el dolor, y detiene las pequeñas hemorragias.
Las decocciones y demás preparados a base de drogas ricas en taninos se emplean, sobre todo exteriormente, contra las inflamaciones de la cavidad bucal, los catarros, la bronquitis, las hemorragias locales, las quemaduras y los sabañones, las heridas, las inflamaciones de la piel, las hemorroides y la excesiva transpiración.
En uso interno, son útiles contra el enfriamiento intestinal, la diarrea y las afecciones de la vesícula, y como antídoto (contraveneno) en caso de envenenamiento por alcaloides vegetales.
El ácido tánico, extraído de las agallas del roble, es utilizado frecuentemente en farmacia. También se emplean la corteza del roble, tanto la de verano como la de invierno, las hojas del nogal, las hojas y frutos del arándano, las hojas del frambueso y de la zarza, las sumidades de la agrimonia, la raíz de la tormentila, de la bistorta y de la pimpinela, etc.
LAS SUBSTANCIAS AROMÁTICAS
En este grupo se incluyen un cierto número de sustancias, frecuentes en las drogas vegetales, de composición y actuación a menudo muy variables. Pueden acompañar en la planta a otras sustancias activas. Es en este grupo donde encontramos principalmente los glucósidos fenólicos, de los que ya hemos hablado anteriormente, así como los derivados del fenilpropano, como las cumarinas, con su característico perfume. Los pedúnculos foliados de meliloto y la asperilla olorosa son ricos en cumarina.
Las hidroxicumarinas también presentan un interés farmacéutico. La esculina contenida en la corteza del castaño de Indias posee los mismos efectos que la vitamina P: aumenta la resistencia de los vasos sanguíneos y presenta por ello interés para el tratamiento de las hemorroides y de las varices, lo mismo ocurre con la rutina. Además, absorbe los rayos ultravioleta (filtros solares, cremas protectoras). La corteza de viburno (cortex viburnij) también contiene hidroxicumarinas.
La angélica contiene cumarinas.
Un segundo grupo de sustancias aromáticas se halla formado por los productos de condensación de moléculas de ácido acético activo (acetogeninas). A este grupo pertenecen los flavonoides, sustancias fenólicas de las que la más importante, desde el punto de vista terapéutico, es la rutina, que al igual que la esculina, actúa muy favorablemente sobre las paredes de los capilares. La rutina se obtiene de la ruda, pero sobre todo del alforfón y de la sofora. Las hojas y las flores del espino albar, así como las bayas de ese mismo arbolito, constituyen unas de las drogas más utilizadas entre las que contienen flavonoides.
Otra importante droga, tanto para la medicina popular como para la oficial, es la flor o la baya del saúco negro, que junto a las sustancias flavonoides, contiene una gran cantidad de distintos productos.
La flor del tilo es otro remedio que goza de gran popularidad. También hay que citar el pedúnculo foliado del hipérico, la siempreviva, la antenaria. El cardo mariano, rico en importantes sustancias del grupo de las flavoligninas, eficaces contra las enfermedades del hígado y las hepatitis, es estudiado desde hace algún tiempo con especial detenimiento. Las sustancias activas del cáñamo, las naftoquinonas de las hojas del nogal, los compuestos contenidos en la drosera, forman también parte del grupo de las sustancias aromáticas.
LOS ACEITES ESENCIALES (ESENCIAS NATURALES) Y LOS TERPENOS
Los aceites esenciales son líquidos volátiles, refringentes, ópticamente activos, próximos a los aceites, con olor especialmente característico. Se forman como subproducto del metabolismo secundario de un número de plantas.
El contenido de esencias en los vegetales alcanza un grado máximo con tiempo estable, cálido y soleado. Ese será, pues, el mejor momento para su recolección. Por otra parte, estos aceites se acumulan en determinados tejidos, en el interior de células o en depósitos de esencias, debajo de la epidermis, en los pelos, en las glándulas o en los espacios intercelulares. El control microscópico de la calidad de los aceites esenciales nos enseña que estas células adoptan formaciones características.
Se extraen de plantas frescas o desecadas mediante destilación al vapor de agua; por pura o simple extracción o por medio de otras técnicas: presión, absorción por grasas en perfumería, etc.
Desde el punto de vista químico, se trata de mezclas extremadamente complejas. La medicina recurre con frecuencia a substancias extraídas de aceites esenciales (mentol, alcanfor).
La utilización farmacéutica de los aceites esenciales se basa en sus propiedades fisiológicas, su olor y su sabor (corrigentia); su efecto irritante sobre la piel y las mucosas (derivantia); sus propiedades desinfectantes y su acción bactericida. Las esencias de anís, de hinojo, etc. (oleum anisi, oleum Foeniculi) son a menudo empleadas como expectorantes, ya que se eliminan por los pulmones y, por tanto, desinfectan directamente las vías respiratorias al mismo tiempo que liberan las mucosidades. También se las incorpora a los gargarismos, inhalaciones y gotas nasales. Su absorción favorece los procesos digestivos, ya que actúan como estomacales, colagogas y carminativas. La mayor parte de las plantas con esencias son empleadas como aromáticas (alcaravea, hinojo, anís, mejorana, tomillo, serpol, orégano).
El efecto irritante de la piel se aprovecha para las aplicaciones externas antirreumáticas. Los linimentos contienen, o substancias extraídas de aceites esenciales (mentol, alcanfor), o bien esencias de menta, romero, espliego y trementina; generalmente ofrecen una mezcla de todos estos productos.
Las esencias naturales deben ser conservadas, al igual que las plantas que las contienen, en recipientes bien cerrados y protegidos de la luz. Expuestas a la luz se oxidan rápidamente, mientras que al aire se polimerizan, se transforman en resinas y pierden su olor y su acción característicos.
Entre la multitud de esencias naturales presentes en la composición de numerosos remedios, citaremos al menos las del anís (oleum anisi), del hinojo (oleum foeniculi), del espliego (oleum lavandulae), de la menta piperita (oleum menthae piperitae) y el mentol que de ella se extrae, del tomillo y su timol, así como su carvacrol, que es un excelente desinfectante.
Los aceites esenciales se componen sobre todo de terpenos, productos volátiles que a menudo están mezclados con otras substancias. El llantén encierra un alto contenido de terpeno.
LOS ACEITES GRASOS
Se trata de aceites vegetales líquidos a la temperatura ambiente. El frío los perturba y los solidifica. Son insolubles en agua, pero muy solubles en los disolventes orgánicos como el cloroformo y la acetona. Entre los aceites no secantes se pueden citar el aceite de oliva y el de almendra; entre los semisecantes, el de cacahuete, el de girasol y el de colza. El aceite de linaza y el de adormidera son secantes. El aceite de ricino es muy laxante. Los aceites grasos se utilizan normalmente para la fabricación de remedios y con fines alimentarios e industriales.
LAS GLUCOQUININAS (INSULINAS VEGETALES)
Se trata de substancias que actúan sobre la glucemia; también se les llama fitoinsulinas. Aparecen en los siguientes vegetales: vaina de alubia sin semillas (fructus phaseoli sine semine), sumidades de galega (herba galegae), hojas de arándano.
Estas plantas, desecadas, entran en la composición de tisanas antidiabéticas, utilizadas en el tratamiento complementario de la diabetes.
LOS MUCÍLAGOS
Son mezclas amorfas de polisacáridos que, en presencia del agua, componen sistemas coloidales altamente viscosos. Con agua fría los mucílagos se hinchan formando geles. En el agua caliente se disuelven transformándose en soluciones coloidales que, al enfriarse, también se gelifican. Estas substancias, en las plantas, actúan como depósitos, sobre todo por su capacidad de retención de agua. En las infusiones y decocciones los mucílagos de las plantas medicinales actúan reduciendo la irritación, tanto física como química. Ejercen, pues, una acción favorable contra las inflamaciones de las mucosas, especialmente contra las de las vías respiratorias y digestivas, atenúan los dolores de las contusiones, aligeran la piel en la aplicación de cataplasmas. Al reducir el peristaltismo intestinal, su efecto de absorción actúa favorablemente sobre la diarrea. Se las emplea mucho como emulsionantes (carragentos extraídos de algas marinas).
Las plantas mucilaginosas se emplean solas o mezcladas en infusiones. Se trata, por ejemplo, de la cetraria, la hoja y la raíz del malvavisco, la flor y la hoja de malva, la flor de la alcea, la hoja y la flor del tusílago, la semilla de alholva, la semilla del lino, etc.
También se incluyen en este grupo las pectinas. En efecto, se trata igualmente de polisacáridos que formanman geles, lo mismo que los mucilagos. Las pecti nas están presentes en numerosos frutos, siendo es- pecialmente abundantes en los jugos de frutas y hor- talizas: manzana, pepino, zanahoria, etc. Las pecti nas se emplean en las curas con frutas y en el trata- miento de la diarrea.
LAS HORMONAS VEGETALES (FITOHORMONAS)
Son substancias de composición química muy com- pleja. Se trata casi siempre de biocatalizadores que actúan sobre el crecimiento y los intercambios me
tabólicos (bioestimulantes). Se encuentran, por ejem- plo, en el lúpulo, anís, salvia, serbal, malvavisco, bol- sa de pastor, avena y zanahoria.
LOS ANTISÉPTICOS VEGETALES
Se trata de substancias antibióticas producidas por los vegetales superiores, que ejercen una acción an- timicrobiana de amplio espectro. Casi siempre son inestables y volátiles. Actúan incluso en aerosol por vía respiratoria. Los hay en el ajo, cebolla, mostaza, rábano rusticano, saúco, enebro, pino, llantén, etc. Su estudio continúa aún en nuestros días