Lycopodium clavatum L.
Planta perenne, sin flores, rastrera, de tallo ramificado y con gran densidad de hojas lanceoladas. Sus pedúnculos semiascendentes se terminan en espigas con esporas ahorquilladas.
El licopodio está presente en Europa desde la era primaria. Su presencia es indicio de substratos ácidos y húmedos; se encuentra en el mantillo forestal, en los brezales y en la turba. Ciertos países lo protegen debido a su sensibilidad a las alteraciones del entorno, ya que su presencia natural disminuye como consecuencia de las explotaciones forestales.
Se recolectan únicamente las espigas y las esporas (sporae lycopodii, polvo de licopodio). Dichas esporas maduras se recogen en una bolsa de tela. También pueden cortarse las espigas enteras y hacer caer las esporas tras su maduración, teniendo cuidado de no dañar el resto de la planta.
Las esporas contienen hasta un 50% de lípidos, ácidos orgánicos, azúcar y alcaloides. Se emplean para secar las heridas, en erupciones, en pruritos de los niños y para el tratamiento de las grietas de la piel. El mismo polvo sirve para recubrir las píldoras.
En caso de afecciones del hígado y de las vías urinarias, se recomiendan los polvos de licopodio tomados al natural, con dosis de 1 a 3 gramos tres veces al día. De la misma forma, se pueden curar las afecciones gastrointestinales, renales y nerviosas. El tallo del licopodio es venenoso.
Las esporas, tras añadir un pigmento, sirven para la toma de huellas digitales. Son inflamables y explosivas, propiedad que se aprovecha para utilizarlas en la fabricación de luces de bengala.
Cosecha, esporas: VII-VIII