(Inula helenium L.)
El helenio es una planta perenne dotada de una fuerte raíz ramificada, que produce uno o más tallos también ramificados y rematados por cabezuelas de flores amarillas. Sus hojas inferiores son ovaladas y pecioladas; las caulinares son lanceoladas y sésiles. Sus frutos son aquenios con copete.
El helenio es originario de Asia y se cultiva en el mundo entero por sus propiedades medicinales y ornamentales. Actualmente, se cubren las necesidades farmacéuticas con el cultivo en vastas extensiones.
Con fines medicinales, se recolecta su raíz (radix helenii), que se extrae en otoño, después de dos o tres años de cultivo. Ya limpia y despojada de las partes verdes, se corta en dos y se pone a secar a una temperatura máxima de 35°C. Desprende un olor aromático y presenta un sabor amargo.
Contiene hasta un 50% de inulina, aceites esenciales y principios amargos, entre estos la helenina, que tiene un efecto vermífugo. Antiguamente se usaba con frecuencia en medicina infantil contra los oxiuros y los ascáridos. Se toma una infusión, preparada con 10-12 cucharaditas de raíz por cada medio litro de agua, para aprovechar sus propiedades expectorantes, colagogas y antihelmínticas.
La raíz proporciona la inulina, que es importante para el tratamiento de la diabetes. El aceite esencial que se extrae de la raíz fresca es insecticida y vermífugo. En aplicación externa, el helenio sirve para la preparación de gargarismos y baños contra las heridas rebeldes, los granos y los líquenes. También es una excelente planta melífera.
Época de floración: VII-VIII