Conium maculatum
Planta herbácea bianual de tallo alto, acanalado y ramificado, salpicado de manchas violetas en su base, y con hojas alternas bi o tripinnadas. Sus pecíolos foliares forman una vaina membranosa. Las ramificaciones llevan umbelas terminales compuestas, formadas de menudas flores blancas. Sus frutos son diaquenios. Toda la planta es un violento veneno. Cuando se estrujan sus hojas o en el momento que la planta se marchita, desprende un olor a ratón. La cicuta crece en los matorrales, en la maleza y en los lugares desérticos.
Sus efectos ya eran conocidos en la antigüedad e incluso fue empleada para las ejecuciones en la antigua Grecia (Sócrates en 399 a.C., entre otros). Se recolecta su fruto (fructus conii). Después de un prolongado secado, se limpian y guardan los aquenios en sobres herméticos. La cosecha, al igual que las citadas manipulaciones, se debe efectuar con suma prudencia, separándola de las otras plantas medicinales.
La cicuta contiene sobre todo alcaloides venenosos, como la coniina, aceites esenciales y ácidos orgánicos. Debemos señalar, sin embargo, que estos alcaloides son sustancias volátiles, y que por tanto la eficacia de la droga disminuye con la edad. Dosificada por el médico, la cicuta insensibiliza los nervios sensoriales (al igual que la nicotina o el curare), y por ello atenúa los dolores musculares de todos los órganos. Es igualmente eficaz en el tratamiento del asma. Por el contrario, en dosis más fuertes causa dolores de cabeza, seguidos de envenenamientos mortales. Exteriormente, sirve para la preparación de ungüentos o de supositorios analgésicos eficaces contra los dolores de próstata, de los tumores o de las afecciones nerviosas.
Época de floración: VI-IX
Cosecha: frutos VIII-IX