Planta perenne de rizoma tuberoso subterráneo, que da origen a hojas pecioladas sagitales, a veces salpicadas de manchas oscuras. Estas hojas envuelven el bohordo floral, rematado por una espata en forma de cuerno que protege la propia inflorescencia (espádice). En la base del espádice se encuentran las flores con pistilo, y arriba las flores con estambre. El espádice desprende un olor repugnante para los humanos, pero que atrae a los insectos polinizadores. Los frutos son bayas rojas (ver figura, abajo a la izquierda).
Toda la planta es venenosa, aunque esta toxicidad desaparece con el calor. El aro existe en Europa central y meridional, y, de forma esporádica, en los bosques húmedos del fondo de los valles y en los matorrales, tanto en el llano como en la montaña. Antiguamente, estaba considerada como una planta mágica y cultual; también se la mezclaba con la harina de panadería.
En esta planta se recoge el rizoma (rhizoma ari). Después de extraerlo de la tierra, se debe lavar a fondo, pelar y cortar por la mitad en el sentido longitudinal, para luego dejarlo secar sobre cañizos o colgado con cuerdas.
Contiene un glucósido tóxico, la azonina, saponina, almidón y oxalato cálcico, que le confiere un sabor muy fuerte. Raras veces usado en nuestros días, pero aparecía frecuentemente en la medicina medieval, donde era consumido en forma de polvos (junto con el ácoro, la pimpinela, la canela, el ajenjo, la madera de enebro y el azúcar) en el tratamiento de los trastornos gástricos, a razón de una punta de cuchillo antes de las comidas.
Época de floración: IV-V
Cosecha: rizoma III