(Hedera helix L.)
Arbusto trepador cuyas hojas, siempre verdes, brotan de largas ramas sarmentosas. Sus hojas son alternas, cordiformes o palmeadas y lobuladas. Son de forma distinta según se trate de ramas estériles (ver figura, abajo a la derecha) o fértiles. El extremo de las ramas fértiles (abajo a la izquierda) lleva umbelas de flores amarillas. Sus frutos son bayas azules.
Toda la planta es ligeramente tóxica. Se encuentra silvestre en las rocas, en las florestas y sobre los muros en Europa y en Asia. Pero la hiedra a menudo se planta también por sus cualidades ornamentales, existiendo numerosas formas cultivadas.
Para el uso medicinal se recolectan a mano las hojas (folium hederaceae). Después se ponen a secar en capas finas, incluso a pleno sol, en un lugar bien ventilado. Deben conservar su color oscuro y su sabor amargo. Contienen taninos, saponinas, un glucósido, la hederina, ácidos orgánicos y yodo. Todas estas sustancias influyen sobre la actividad cardíaca y sobre la permeabilidad venosa: en pequeñas dosis dilatan los vasos, y en cantidades más fuertes los estrechan, al mismo tiempo que aminoran el ritmo cardíaco.
La hiedra se emplea por ello únicamente bajo control médico. La decocción alivia las inflamaciones de las vías respiratorias, calma la tos y sirve de coadyuvante en el tratamiento de las enfermedades pulmonares. La hiedra estimula también la actividad del hígado y la vesícula biliar. Sus hojas frescas, machacadas y hervidas, se emplean además en compresas sobre las heridas rebeldes. Las hojas machacadas también se utilizan para eliminar las células muertas de la piel de los pies. Sin embargo, pueden irritar la piel en personas sensibles.
Época de floración: IX-X
Cosecha: hojas III-IV y VIII