22 декабря, 2024

La recolección en el campo

La recogida de las plantas medicinales en sus lugares naturales, con el objeto de obtener de ellas materias primas medicinales (drogas), parece cosa fácil. Depende, sin embargo, de los conocimientos y de la experiencia del que la realiza. En efecto, un recolector sin experiencia podrá fácilmente confundir dos vegetales próximos, y llevarse una especie que no tiene nada de medicinal, o que incluso podría ser nociva.

Hace falta, por tanto, saber determinar con precisión la especie de que se trata. Pero eso no es todo: también es indispensable conocer bien el terreno, la situación natural de los vegetales, su localización y las condiciones ecológicas. Hay que tener presente que ciertas plantas crecen en lugares muy precisos. Están ligadas a determinados substratos, a suelos muy específicos.

Así, se distinguen plantas agrestes, de bosque, de jardín, litorales, limícolas, de montaña, xerófilas, esciòfilas, adventicias, esteparias, de tierras turbosas, o incluso ruderales (crecen en las inmediaciones de zonas habitadas o se aclimatan a partir de los jardines).

Además, todos los vegetales crecen preferentemente en el seno de ciertas asociaciones (formaciones); es decir, en compañía de otras especies que experimentan las mismas necesidades. Algunas plantas medicinales son ahora muy escasas y están por ello protegidas por la ley.

La presencia de ésta o de aquella especie en la naturaleza también se halla condicionada por determinados factores climáticos, como son la temperatura, la cantidad de lluvia, la luz, el contenido de agua y de nutrientes en el substrato, la altitud, etc. La civilización también ejerce su influencia: fertilizantes, cultivos, hierbas, empleo de herbicidas o insecticidas, son algunos de sus condicionamientos. Bajo el efecto de ellas, algunos vegetales desaparecen de forma irreversible de sus lugares de origen.

La recolección de plantas medicinales en pleno campo supone, pues, un buen conocimiento de las especies vegetales, de la localidad en la que crecen y de su biología, factores que determinarán el momento más propicio para la recogida.

Sólo se recolectan plantas sanas, sin ninguna duda, bien desarrolladas y seleccionadas en tiempo seco. La recogida debe hacerse especie por especie, colocando las plantas por separado en cestillos o en bolsas de papel, para después tratarlas y ponerlas a secar en seguida, antes de que se marchiten.

El cultivo de las plantas medicinales

La industria farmacéutica consume, para aislar las materias activas, tal cantidad de plantas medicinales que su recolección en la propia naturaleza resulta hoy día impensable. Por ello, hay numerosas buenas hierbas que deben ser cultivadas en grandes cantidades en pleno campo.

En este aspecto hay que tener en cuenta unas cuantas reglas para conseguir que la planta conserve sus cualidades y su fuerte contenido de sustancias activas. He aquí algunos de esos principios: en primer lugar, la elección de una buena especie e incluso de una óptima variedad de planta; un suficiente aprovisionamiento de semillas, esquejes, etc.; el estudio de la mecanización que se precise, tanto para la recolección como para las labores de cultivo; y el procedimiento de secado.

Cuando se vaya a implantar un cultivo medicinal, habrán de tenerse en cuenta las exigencias ecológicas de cada planta, las cuales se pueden resumir, brevemente, en varios puntos:

Suelo y clima: tener en cuenta la naturaleza del suelo, el clima que precisa cada planta, sus necesidades de calor, de luz, de agua.

Cultivo precedente, fertilización: determinar la buena sucesión de cultivos según los principios agrotécnicos, así como las dosis correctas de los macroelementos nutritivos (oligoelementos: zinc, cobre, boro, etc.).

Preparación del suelo y siembra: corrección de las labores de cultivo anteriores a la siembra: arado, rastrillado, abonado, preparación de la parcela, siembra a tal o cual separación, riegos.

Cuidados y labores en el periodo vegetativo: desherbado y escardado intensivos, complemento de estiércol con añadido de abonos naturales o químicos, eventual sustitución de las plantas defectuosas.

Recolección: Determinación del periodo óptimo, proceso de recogida, secado rápido, preparación de la droga.

Modos de Multiplicación de las Plantas Medicinales

Las plantas medicinales se multiplican por semillas o por vía vegetativa, mediante la división de las partes existentes. Cuando se trate de grandes plantaciones, el procedimiento más económico es el de las semillas. Para ello, habrán de seleccionarse las más adecuadas, procedentes de variedades escogidas por su gran rendimiento y su fuerte contenido medio de sustancias activas.

Se siembran las semillas formando líneas, a veces se hacen posteriormente aclarados y replantes con mayores separaciones; a menudo todo el cultivo debe ser escardado, regado, abonado con estiércol, todo ello en función de los principios agronómicos más modernos.

Con frecuencia se multiplican las plantas por vía vegetativa: por esquejes, rizomas, renuevos (menta piperita, fresa, potentilla anserina), por división de las raíces y por esquejes de los renuevos (grama, lirio de los valles). Algunas especies se multiplican gracias a los brotes enterrados de sus raíces (altea, helenio), y menos frecuentemente lo hacen por bulbos (ajo).

En la lucha contra las plantas adventicias, las enfermedades y los parásitos, se evitará en lo posible la utilización de productos químicos cuyos residuos pudieran resultar nocivos para el organismo.

Las técnicas de la recolección, preparación, secado y conservación de las plantas medicinales

El hecho de separar, cortando o partiendo, una sección del cuerpo vegetal, a ser posible por medio de una navaja bien afilada o, en el caso de un vegetal leñoso, con unas tijeras de jardinero, produce un cierto número de transformaciones biológicas en la parte separada. Las células vegetales empiezan a marchitarse. Al separar la parte aérea de su raíz, se provoca ante todo la interrupción del flujo alimenticio y de transpiración: ascensión del agua hasta las células, transportando los nutrimentos que lleva disueltos. Si la planta no es inmediatamente extendida al aire en finas capas, corre el peligro de estropearse.

Las enzimas que contiene, y que antes favorecían la formación de materias activas, empiezan ahora a descomponerla. En el organismo vegetal, las anteriores reacciones de síntesis orgánica comienzan a ser suplantadas por reacciones de degradación, y el producto se transforma desde el punto de vista químico. Estas transformaciones se manifiestan, por ejemplo, con una emisión de olor (cebolla, ajo, valeriana). Una incorrecta forma de secado aumenta aún más la cantidad de productos de degradación sin valor terapéutico, perdiendo así la droga su calidad.

Las materias primas vegetales, en función de su naturaleza y de su aplicación terapéutica, deben sufrir ciertos tratamientos químicos o mecánicos. Estos tratamientos, que se aplican tras la recolección y durante el acondicionamiento de la droga, nos son definidos por medio de instrucciones precisas derivadas de una larga experiencia y de numerosas aplicaciones, con diferentes dosis, de las materias activas en distintos casos. Estos tratamientos comprenden: la forma de recolección o de recogida, el secado, el descortezado, el picado, la eliminación de algunas partes, la molienda, el tamizado, la trituración, el tueste y hasta la fermentación. Cada uno de dichos procedimientos busca la obtención de una cierta estabilización de las sustancias activas contenidas en la planta.

El secado de las plantas medicinales, al igual que el de las utilizadas en general, como las especias y las plantas de uso técnico-industrial, debe ser realizado por el productor o por el propio recolector. Se determina la época de la recolección, tanto de las plantas silvestres como de las cultivadas, en función del contenido de materias activas a lo largo de su ciclo vegetativo. En general, deberán ponerse a secar las plantas lo más rápidamente posible tras su recogida, para evitar así que se requemen al marchitarse.

Normalmente, se desaconseja el secado a pleno sol, pues los rayos solares producen una pérdida de materias activas, un amarilleo con un rápido oscurecimiento de los vegetales y una alteración de su valor medicinal. Las plantas recogidas por sus aceites esenciales pierden así hasta un tercio de sus materias activas, y la menta piperita y el cornezuelo más de un quinto. Sin embargo, se recomienda, en algunos casos excepcionales, practicar un corto secado previo al sol, para a continuación situar la cosecha en el interior, con una buena corriente de aire, incluso en ocasiones poniendo las plantas ante un ventilador.

En realidad, secar una planta no es más que retirarle progresivamente su humedad. A menudo será necesario, antes de practicar el secado, regar la cosecha con agua, para eliminar de esa forma el polvo, impurezas, las partículas de tierra, etc. También puede efectuarse la última fase en un secadero, junto a una fuente de calor artificial. El lector encontrará, en la parte descriptiva de esta obra, los detalles de las técnicas aplicadas en cada caso particular.

Mientras que el secado de las hojas resulta relativamente cómodo, no ocurre lo mismo con el de los tallos y el de las ramas. El secado debe durar hasta la obtención de una consistencia perfectamente fiable: hasta las partes relativamente duras deben ser fáciles de partir al curvarlas. Una excesiva desecación provoca, sin embargo, la pulverización de las plantas y acarrea la pérdida de sus materias activas. Por el contrario, si su humedad residual permanece alta, se corre siempre el peligro de verlas pudrirse o enmohecerse durante su conservación.

En verano, en lugares cerrados, con el calor natural, las flores se secan en 3-8 días, las hojas en 4-6 días por término medio; en otoño y primavera hay que prever bastante más tiempo. Algunas plantas medicinales cultivadas al aire libre para el aprovechamiento de sus frutos (anís, alcaravea, hinojo) o de sus ramas (salvia, mejorana, tomillo, ajedrea) pueden inicialmente dejarse en el propio campo durante algún tiempo, con la condición de que no estén ni bajo la lluvia ni al sol. En las empresas industriales se recurre a Secaderos con temperatura y humedad graduable, dotados de un buen sistema de ventilación. No es recomendable secar las plantas colocándolas encima de un radiador; es preferible valerse de un pequeño secador eléctrico con termostato.

Pero el calor natural es el que obtiene los mejores resultados. En invierno, coloque la cosecha en un local calentado; y en verano, en el granero, a la sombra, cerca de un hueco de ventilación. Los productos vegetales se extienden en finas capas, en bandejas o jaulas de madera que hayan contenido frutas u hortalizas. Como el fondo no es macizo, el aire puede circular, y eso supone una ventaja. Estas bandejas pueden superponerse. Cuando se supera el nivel ambiental, es aconsejable instalar estanterías, de forma que se puedan remover y ventilar, según se vaya precisando, los productos en fase de secado.

No es aceptable extender los productos directamente sobre el suelo para su secado; no se utilizará nunca papel de periódico como soporte, sino papel blanco de envolver que esté bien limpio.

Las plantas enteras pueden ponerse a secar en paquetes o en ramilletes colgados, con las flores hacia abajo, al aire libre, por ejemplo, cerca de una ventana. También es ésta la forma de secado adoptada para las flores ornamentales destinadas a la fabricación de ramos secos (hierbas, cardos, siemprevivas, statices).

Un cuidado especial se prestará al secado de las flores que deban conservar su color inicial (gordolobo). Las semillas y los frutos secos, pobres en agua, no causan problemas en su secado. A fin de evitar confusiones, se procurará secar por separado cada especie vegetal; tras esta labor se prestará gran atención a la forma de almacenamiento.

Este viene determinado por la naturaleza de las sustancias activas. Todas las drogas deben ser conservadas en seco, en la oscuridad, en recipientes bien cerrados, provisionalmente en cajas de cartón o en bolsas de papel. Cuando se trate de cantidades importantes, se emplearán sacos de tela, protegidos de la luz y de la humedad. Se debe evitar siempre las cajas y las bolsas de plástico. En los grandes almacenes, las plantas son depositadas generalmente en sacos de papel o de yute, en cajas de madera revestidas de papel sulfurizado o en cajas metálicas, dependiendo de la naturaleza de la droga.

Algunas de ellas son especialmente sensibles a la humedad del aire (drogas higroscópicas). Estas sólo deberán conservarse en frascos de vidrio de color oscuro, cerrados con tapones esmerilados (químicos, farmacéuticos), y se renovarán todos los años, incluso cuando no se hayan consumido en su totalidad. Estas mismas normas se habrán de seguir en la conservación de especias. Entre las plantas frágiles se pueden citar, por ejemplo, la flor de gordolobo, la cual se humedece muy fácilmente oscureciéndose; la raíz del perejil, de la angélica, del malvavisco, del helecho macho, etc.

Otros productos que se conservan son, por el contrario, muy sensibles a la luz (raíz de ruibarbo, semilla de colchico, glándula de lúpulo). Las plantas ricas en aceites esenciales deberán ser objeto de especiales cuidados. Las partes aéreas no se cortarán ni durante ni después del secado, evitando así una pérdida de esencias, y también en este caso se evitará la conservación de las plantas durante más de un año. Deberá tenerse un cuidado muy especial con el almacenamiento de drogas utilizadas para la extracción de materias primas farmacéuticas (cornezuelo, digital, adonis).

Dada su gran fragilidad, es necesario comprobar con frecuencia el estado de las plantas almacenadas, poniendo especial cuidado en detectar cualquier signo de humedad, moho, insectos, que alterarían su valor medicinal. En el estudio de los diferentes productos se darán las instrucciones detalladas y los consejos específicos de cada caso.

Raíz y rizoma:

La raíz es la parte subterránea de la planta. Se presenta bajo diversas formas: raíces simples o ramificadas, cónicas, cilíndricas, fasciculadas, etc. El rizoma (tocón) es la parte subterránea del tallo, de donde nacen las raíces (iris, ácoro).

La recolección de raíces y rizomas se lleva a cabo durante el periodo de reposo vegetativo, que es cuando contienen el máximo de sustancias activas, aunque también se hace a veces en primavera. En las plantas vivaces, la recogida se realiza hacia su segundo o tercer año de vida, mientras que en las bianuales, en el otoño del primer año.

Cuando se trate de especies poco comunes, se dejará siempre en la tierra una parte de las raíces, con el fin de propiciar una posible regeneración. Antes del secado, las raíces y los rizomas se lavarán con agua corriente, para eliminar la tierra, partes muertas, arena y otros restos que lleven adheridos. Se desaconseja el uso del cepillo: a la valeriana, por ejemplo, le hace perder las células epidérmicas superficiales, ricas en aceite esencial.

Las raíces finas serán secadas con calor natural; las gruesas se cortarán en sentido longitudinal, siendo eventualmente sometidas a una desecación complementaria, que las hará quebradizas, de fácil rotura al intentar curvarlas. En el momento del almacenaje se comprobará la ausencia de insectos adheridos. Algunas raíces y determinados rizomas deben ser mondados o sometidos a una fermentación (iris, ruibarbo, genciana, malvavisco).

Sumidades:

Se trata de pedúnculos foliados o partes exteriores de la planta, eventualmente con sus flores. Se cortan por medio de una navaja o de unas tijeras de jardinero. No se partirán en ningún caso, pues les acarrearía importantes lesiones (lo mismo que ocurre cuando se cortan flores para ramos). Se dejan en la tierra las raíces para que la planta pueda regenerarse en la primavera.

Se recogen fundamentalmente las partes jóvenes y frescas. En las plantas de gran tamaño, solo se toma la extremidad de la rama, con una longitud de unos 20-30 cm. Las partes inferiores están a menudo lignificadas y tienen hojas amarillas. Las plantas rastreras o camperas serán desprovistas de impurezas por medio de un lavado rápido con agua.

Hojas:

Son órganos de asimilación laterales, que aparecen en los pedúnculos siguiendo una disposición regular. Se componen de un limbo y de un pecíolo, a veces también de una vaina. El limbo tiene una forma muy variable: lineal, elíptica, lanceolada, cordiforme, aflechada, oval, larga, aguda, etc. También puede ser compuesto.

La recolección de las hojas se hace al comienzo de la floración, pues es entonces cuando son más ricas en materias activas. No se recogen todas las hojas, pues quedaría la planta sin ninguna superficie de asimilación. Se recogen las hojas jóvenes, suculentas y sanas, sin manchas, ya que estas reflejan a menudo la presencia de una enfermedad viral, sin daños de insectos. Se evitará arrugarlas o amontonarlas en cestas o sacos, pues las hojas se pueden dañar.

Como las de llantén, malva, altea, grosellero y fresa se requeman muy fácilmente. Las hojas de digital, al arrugarse, inician su pérdida de glucósidos. Para evitar manipulaciones, el secado se hace en finas capas, nunca a pleno sol, sobre todo con las plantas ricas en aceites esenciales; el calor artificial no superará los 35° C.

Flores:

Las flores son grupos de hojas transformadas, soportadas por un pedúnculo acotado. Pueden ser simples o agrupadas en inflorescencias: racimos, panículas, umbelas, cimas, espigas, cabezuelas, etc. El mejor momento para su recogida es alrededor del mediodía, cuando se encuentran completamente abiertas y con tiempo seco. Algunas veces la recogida se limita a ciertas partes de la flor (pétalos en la malva y en la adormidera).

Se recogen las flores a mano o con ayuda de peines, como la manzanilla. Son muy sensibles al requemado; nunca se transportan ni almacenan con envolturas de plástico impermeable. Desde el punto de vista bioquímico, son muy frágiles y bastante sensibles a la influencia del entorno. Durante el secado deben conservar su color original. A veces, en caso de largos almacenamientos, su color se oscurece o su perfume se transforma; en esos casos hay que sustituirlas rápidamente.

De la planta a la droga:

La planta fresca, viva, que contiene sustancias medicinales, es llamada planta madre. No se trata aún de una droga propiamente dicha; sólo lo será cuando haya sufrido las preparaciones de las que acabamos de hablar y, sobre todo, el secado. Hoy día, los tratamientos específicos como el picado, la molienda, el tamizado y la homogeneización de las plantas secas, se llevan a cabo por métodos industriales en los laboratorios farmacéuticos. La única operación manual, que requiere una gran práctica y experiencia, consiste en pelar ciertas partes como la raíz del ruibarbo, de la altea, etc.

Las plantas medicinales secas, o sus partes aprovechables, reciben el nombre de drogas vegetales (vegetabilia). Sus nombres latinos recuerdan la parte de la planta de donde proceden:

  • Ramillas (sumidad): herba, extremo tierno de la ramilla: summitates.
  • Tallo (solo): caulis.
  • Partes leñosas: lignum.
  • Corteza: cortex.
  • Flor: flos.
  • Estigma: stigma.
  • Fruto: fructus.
  • Baya: bacca.
  • Semilla leguminosa: faba.
  • Pericarpio: pericarpium.
  • Pedúnculo: stipes.
  • Semilla: semen.
  • Glándulas: glandulae.
  • Esporas: sporae.
  • Hoja: folium.
  • Brote: gemma.
  • Raíz: radix.
  • Rizoma: rhizoma.
  • Tubérculo: tuber.
  • Bulbo: bulbus.

Además de estos órganos se recogen también los jugos vegetales (succus), las resinas (resinae), las gomorresinas (gummiresinae) y los bálsamos (balsamum).

A veces el nombre de la droga indica también la forma de preparación o de tratamiento:

  • Natural: naturalis.
  • Mondada: mundatis.
  • Partida: concissa.
  • En polvo: pulvis.

Mientras que la botánica farmacológica (farmacobotánica) trata de la descripción botánica de las plantas medicinales y de la determinación de las especies suministradoras de las drogas, una rama específica, la farmacognosia, se refiere al estudio de las propias drogas. Describe éstas, su aspecto y su estructura microscópica, lo que facilita enormemente la determinación de la calidad e incluso de la identidad de las drogas conocidas o desconocidas. Una parte importante de los estudios farmacéuticos la constituyen los atlas microscópicos detallados de todas las drogas utilizadas, que son tan necesarios para el farmacéutico en el conocimiento de los productos, como lo pueda ser la bioquímica en la producción de sustancias eficaces.

Autor

  • Juan Mendoza

    Herbalista con 15 años de experiencia, Lic. en Botánica de la Univ. de Lima, especializado en plantas medicinales y sus aplicaciones terapéuticas.

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