Rosmarinus officinalis L.
Arbolito siempre verde, de hojas rígidas y lineales. De las axilas de las partes herbáceas superiores de sus ramas brotan flores labiadas azuladas. El romero se reconoce de lejos por su olor penetrante. Sus frutos son tetraquenios (ver figura, abajo). Se trata de una especie espontánea en la región mediterránea. En el resto de Europa, crece bien en los jardines ornamentales, siempre y cuando se encuentre al abrigo del viento y de los elementos. Sus cualidades aromáticas y medicinales son aprovechadas desde la antigüedad.
Se recolectan las hojas, junto con los brotes más jóvenes, con tiempo cálido y soleado. Se ponen a secar sobre cañizos a la sombra y con buena ventilación, o bien en secadero a 35° C como máximo. Las hojas secas desprenden un fuerte olor embriagador y tienen un sabor amargo. Poseen alcaloides, saponina, ácidos orgánicos y hasta un 2% de aceite esencial (oleum rosmarini, oleum anthos), el cual contiene cineol, alcanfor y borneol.
Estas hojas, o la esencia de romero, forman parte de la composición de numerosos productos antirreumáticos, como el alcohol (spiritus rosmarini) y el linimento opodeldoch (linimentum saponato-camphoratum), los cuales aprovechan sus efectos altamente rubefacientes sobre la piel. La infusión de hojas de romero calma los nervios, sobre todo durante la menopausia, y provoca un efecto estimulante. También es diurética y colagoga, ayuda a bajar la tensión y mejora los procesos digestivos. En grandes dosis, el romero es tóxico, sobre todo para las mujeres embarazadas.
Época de floración: VII-VIII
Cosecha: hojas VII-VIII